Primer contacto con Métodos de la Creatividad
Mi
primer día en clase de Métodos de Creatividad
estaba expectante por ver cómo iba a ser la asignatura. Me encontraba así ya
que elegí la asignatura porque considero que no soy una persona con mucha
creatividad, así que me dije con cierto sentido común: “¿Por qué no? Se trata
de aprender cosas nuevas y mejorarme a mí mismo.” Atento a cómo es el profesor
y sobre todo cómo va a enfocar la asignatura. Me gusta esa sensación de intriga
por lo que nunca me suelo informar de quien va a ser mi profesor en una
asignatura.
Pero
bueno, a lo que iba, entra el profesor en clase sorprendiéndonos a todos al
portar un palo casi más alto que él, más tarde me enteraría de que el nombre
apropiado del palo es palo de lluvia. Se lo entrega a un compañero y le dice
que se levante y haga lo que él quiera con el palo de lluvia.
El
chico, extrañado, le mira y sin más remedio sale con el palo. Se puede ver que
no sabe que hacer. Desde ese momento, no sé por qué, tenía la sensación de que
me iba a tocar a mí también salir a jugar con el palo. En este punto no hago
otra cosa que ver qué es lo que hacen mis compañeros cuando el profesor les
pide que cojan el palo de lluvia, para intentar averiguar las posibles
funciones del mismo y que puedo hacer yo en el caso de salir. Claro, estamos en
una clase que se llama Métodos de
Creatividad y si salgo me gustaría hacer algo que los demás no hayan hecho,
darle un poco de originalidad. Comprendo que el palo es un instrumento musical,
pero digo yo que se le podrán otorgar otros usos, además para que suene bien
hay que tener cierta habilidad a la hora de tocarlo y yo no gozo de ella.
Igualmente, lo único que se me ocurre en ese momento es rodar el palo de lluvia
por la tarima desde la que dan las clases los profesores. Mi presentimiento se
hizo realidad, el profesor me señala junto con otra chica de la clase para que
salgamos los dos juntos. Salgo un poco reacio pero dispuesto a realizar lo que
tenía en mente.
Antes
de dejarnos el palo de lluvia, el profesor lo maneja, inclinándolo para que
toda la arena o lo que sea que lleve dentro caiga hacia un lado. Es en ese
momento, por el sonido que hace y como primer contacto cercano con el objeto,
comprendo un poco su mecanismo, lo que tarda en llegar toda la arenita de un
extremo a otro y la angulación con la que lo ha inclinado. Una vez hecho esto,
el profesor le cede el palo a mi compañera. Ella, un poco perdida, empieza a
indagar con el palo. Como la veo que no avanza en su investigación la propongo,
como experimento, la idea que yo había tenido. A ella le parece bien, por lo
que me lo pasa rodando. Es un fracaso, no ocurre lo que yo me había imaginado,
que sonase a la vez que rueda por el suelo. No suena nada, pero enseguida
comprendo por qué. El profesor nos ha dejado el palo con la arenilla en un
extremo y por estar acumulada en un extremo no se mueve y por lo tanto no
suena. Así que aplico lo que aprendí de él y dejo que la arenilla se reparta
bien por su interior. Repito el proceso y, ahora sí, acerté, logré mi objetivo.
Después intentamos habituarnos un poco al palo de agua e intentar sacar algo
nuevo de él pero volvimos a fracasar.
La
experiencia fue muy enriquecedora, sobre todo al acercarme un poco más a la
comprensión del término “creatividad” a través de palabras que lo caracterizan
y que he incluido en este texto.
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